viernes, 11 de julio de 2014

Aparecen los restos de una decena de caballos en el Parque Natural del Lago

Los animales quedaron atrapados por la nieve en una majada de la sierra de Porto y han sido devorados por los predadores y carroñeros

11.07.2014 | 10:33 LA OPINION DE ZAMORA
La mortandad de equinos fue hallada por cazadores y también por los propios pastores cuando se acercaron al lugar para asentar las nuevas cabañas. De momento se desconoce la procedencia y al propietario o los dueños de los caballos muertos, aunque todas las fuentes apuntan a ganaderos de los pueblos de la vertiente del Tera.
Resto de uno de los caballos ante un grupo de vacas que cruza un arroyo de la sierra de Porto.
Resto de uno de los caballos ante un grupo de vacas que cruza un arroyo de la sierra de Porto. 
Los restos de una decena de caballos muertos, previsiblemente a consecuencia de las intensas nevadas registradas durante el invierno, permanecen diseminados en uno de los parajes más pastables del Parque Natural Lago de Sanabria y alrededores.
Los esqueletos de los animales aparecen diseminados en el pago conocido como Valdelarca, en plena sierra del municipio de Porto, en un escenario aprovechado durante la época estival por ganaderías de vacuno y caballar debido a sus excelentes pastizales y abundancia de agua.
Un esqueleto entre piedras.
El hallazgo de semejante desenlace causó toda una sorpresa y existe la convicción de que los ejemplares quedaron atrapados por los temporales de nieve y sin posibilidad de salir de la cuenca para situarse en otros puntos más despejados. "Fueron casi ochenta días de nieve", afirma un vecino de Porto, que subraya el gran manto de nieve que carga la sierra y que obliga a los ganaderos a recoger a los animales para evitar que queden expuestos a una situación extrema o irreversible. También el alcalde de Porto, Rogelio Carracedo, asegura que la desgracia es debida a que los animales fueron presa de la nieve.

Una buena parte de los cuerpos aparecen entre en un roquedo, como si los reses buscaran el cobijo o el abrigo en este punto. Otros esqueletos permanecen por otros lugares próximos, pero todos ellos ocupan un mismo enclave, una zona surcada por las frescas y cristalinas aguas del regato de Valdelarca, poblado de ranas y también habitado por las nutrias.
A estas fechas del año los predadores y los carroñeros han dado buena cuenta de todo lo comestible de los caballos, que en muchos casos ofrecen sus huesos desgajados de sus esqueletos y más que arrebañados por las aves, los carnívoros y los insectos. Únicamente algunos ejemplares conservan todavía unos trozos de piel y todavía persiste el fuerte olor de la descomposición en aquellos cuerpos encastrados entre las rocas donde, según apuntan fuentes locales, "se han conservado por más tiempo debido a no estar expuestos al sol y durar más tiempo su congelación".
Los vecinos desconocen la cifra exacta de los caballos que perdieron la vida en este enclave de la sierra el pasado invierno, porque las cabezas y las extremidades aparecen en distintos lugares, pero todos apuntan a una manada, en algunos casos de ejemplares jóvenes a juzgar por las dimensiones de los huesos y de los cascos.

Las majadas y las campas de esta zona del Parque Natural del Lago de Sanabria acogen en estos momentos una importante ganadería de vacuno, vigilada por dóciles mastines, y también una yeguada. Todo el ganado se mueve y pasta avistando el muladar de huesos y esqueletos, donde saltan a los ojos algunas matas de crines todavía existen tiradas por el herbario.
Fuentes locales señalan que este episodio de muerte fue conocido por Medio Ambiente y la Guardia Civil, que parece ser desplazó a la zona una patrulla del Servicio de Protección de la Naturaleza para verificar lo sucedido y dejar constancia de los hechos.
No es el primer episodio de muerte de caballos que se da en la sierra del Parque Natural del Lago de 
Sanabria y alrededores. En el año 2006 también fue descubierto el osario de más de una docena de caballos que quedaron apresados en una la sierra del Cañon del Tera, en una zona de difícil salida. En esta ocasión se metieron en esta encrucijada, según apuntaron los vecinos de Ribadelago y de Coso, espantados por el incendio que en el verano de 2005 abrasó gran parte del Parque y por el operativo contraincendios que actuó durante las labores de extinción. Sin salida, los animales terminaron por morir de sed.

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