Jueves, 09 Enero 2014 Escrito por
Alberto Ferreras
Esta madrugada se han cumplido 55 años de la tragedia que
hizo realidad una de las leyendas del Lago de Sanabria al inundar el
pueblo de Ribadelago.
El trágico suceso acabó con la vida 144 de los 549 vecinos
que entonces tenía la localidad por culpa de la rotura de la presa de
Vega de Tera, una de las construcciónes hidroeléctricas de la España de
los pantanos que se desarrolló en la época franquista.
El recuerdo emocionado de los supervivientes de la tragedia pervive
55 años después y, como cada 9 de enero, hoy se vuelve a celebrar en
Ribadelago una misa en recuerdo de los fallecidos. Entre las historias
de los supervivientes hay casos sobrecogedores que relatan algunos de
los integrantes de la Asociación Hijos de Ribadelago, como el del niño
de un año de edad al que salvó la vida su padre ciego, que accedió al
tejado de la única casa de la zona que no se derrumbó y permaneció en él
hasta que pasó la riada.
Era la madrugada del 9 de enero de 1959 cuando la presa de Vega de
Tera, que se había llenado al máximo de capacidad por primera vez, cedió
y provocó que ocho millones de mestro cúbicos de agua
bajaran con fuerza por el desnivel de 490 metros que tienen el cañón del
río Tera y arrasaran la localidad de Ribadelago antes de desembocar en
el Lago de Sanabria. Irónicamente, la leyenda que atribuía el origen del
lago a la inundación de un pueblo se hizo en parte realidad.
Entre los 144 fallecidos en la tragedia se encontraban catorce
familias que perecieron al completo y que ni siquiera pudieron recibir
sepultura, ya que tan sólo se recuperaron 28 cadáveres. El resto de víctimas mortales descansan en el fondo del lago de origen glaciar más grande de la Península Ibérica.
La sensación de que nunca se llegó a hacer justicia por esta tragedia
pervive 55 años después de la catástrofe entre los vecinos de
Ribadelago. Los dos únicos condenados a un año de prisión como
responsables de la rotura de la presa fueron finalmente indultados
mientras que los familiares de algunas víctimas tardaron hasta veinte años en cobrar las indemnizaciones que les correspondían, que curiosamente eran mayores si los fallecidos eran hombres que si se trataba de mujeres.
El desastre de Vega de Tera no sólo supuso un punto negro en la
España de los pantanos de Franco sino que además el Estado había dado
"todas las bendiciones" a la construcción de la presa y el propio
dictador la había inaugurado en 1956.
El caudillo quiso figurar en la reconstrucción del pueblo y apadrinó
el nuevo Ribadelago de Franco, que fue un ejemplo más de la
improvisación con la que se actuó tras la catástrofe ya que se construyó
en un emplazamiento inadecuado, en una zona sombría a orillas del lago
de Sanabria, con casas de estilo andaluz nada acordes con el entorno
montañoso de la zona
En Ribadelago Viejo, para no olvidar la tragedia, existe un monumento a las víctimas.
Además, hace cinco años, coincidiendo con el cincuenta aniversario de
la catástrofe, se anunció la creación de un museo para recordar a los
fallecidos. El proyecto finalmente no salió adelante, lo que no impide
que en la memoria colectiva de los vecinos de Ribadelago de mayor edad
permanezca indeleble el recuerdo del funesto 9 de enero de 1959.
No hay comentarios:
Publicar un comentario